Morphing me.

Pietro estaba sentado en la barra de una vieja cafetería, con la mirada gacha y sus oidos completamente atentos a lo que por allí pasaba. El fuerte aroma de café lo hacía sentir de una manera extraña, casi fuera de lugar. Shinigami estaba sentada a un lado suyo, con el hocico entre sus patas.

Sus tios y su hermano habían decidido salir de parranda, dejando a Mischa en el castillo, ella por su pripia cuenta había decidido salir a pasear por allí pese a los problemas que eso podía causar, entra a la cafetería, con una sonrisa tímida, buscando donde sentarse.

Oye claramente cada paso y cada suspiro del lugar, no pierde detalle de nada de lo que sucede.

Corre la silla de ima mesa sola, para sentarse pero lo hace torpe y dubitativa, terminando por boltearla, hace un puchero profundo, levantandola sin mirar a nadie.

Aprieta los dientes al oir el sonido de una silla caer a sus espaldas. Shinigami, su loba se pone de pie gruñendole a le rubia torpe.

- Ya, mi niña..- es el único dejo de humanidad en su ser, es amanera pseudo calida de llamar a su loba. La peluda hembra vuelve a su sitio.

Mira a la loba ausente, sentandose al fín, esperando la atiendan.

Pietro hunde otro poco su rostro, haciendo que su mentón rozara con su bufanda negra de lana, oyendo con más atención cada uno de los sonidos provenientes de la mujer quien se sentaba a sus espaldas.

Se lleva el cabello hacia atras cuando el camarero llega a ella, pide un submarino con dos medialunas, tranquila.

Frunce apenas los labios, estando en completo y mortuorio silencio. Estaba convencido de que ella era una doncella del Omega, solo por su aroma.

Suspira, pensando enn su tio Mitz y los retos que le esperaban por salir así,Mischa necsitaba un poco de soledad, y el castillo estaba ya demasiado poblado.

Por eso él había optado por quedarse donde Sherezad, allí había muy poca gente, y nadie se atrevía a cruzarlo.

Genial, chocoate caliente, medialunas tibiecitas, alas tontas en su lugar y su mente en cualquier lado, se dispone a desayunar.

Suspira sin hacer ruido alguno, alerta siempre. Era un jodido psicótico, un verdadero culo sicótico.

Lleva su taza a los labios lenta, mirando a dos hombres entrar al lugar.

Alza el mentón, su loba comienza a olfatear de manera desconfiada.

Frunce el ceño siguiendo los pasos de los hombros, con atención, si tomar aun de su chocolate.

La loba gruñe, mirando a ambos hombres. No le gusta nada la tensión que recibe de ella.

Bja la mirada cuando los hombres la miran, bebe de su chocolate.

Frunce los labios, deteniendose en cada cosa que pasa, eterno general.

Esos hombres se le hacen conocido, pero decide no averiguar aún, deja la taza con cuidado en la mesa, y corta la punta de su medialuna.

Hace una seña con la cabeza, apenas si las puntas de su flequillo se mueven a su ligero movimiento.

Si mal no recordaba aquel hombre era el Conde Z, se muerde el labios, ssin querer levantar la vista otra vez.

No le gustaba nada aquello, él no quería a Sherezad, incluso casi lo odiaba como al resto del mundo.

Se pone de pie rapidamente, ella era un peligro andante, busca en suu bolso la plata para pagar su comida.

Alza una ceja, pensando en aquella doncella. Algo de lo que hacía no cerraba en sus acciones. Se suponía había un acuerdo de paz entre Sherezad y el resto, ella no iba a ser atacada. Piensa.